
El Spitzer observó dos planetas extrasolares gaseosos parecidos a Júpiter, el HD 189733b (en la constelación de Vulpecula) y el HD 209458b (en la constelación de Pegasus), y obtuvo de ellos sus espectros. De la misma manera que un prisma divide la luz y forma un arco iris, el espectrógrafo del Spitzer puede hacer lo mismo con la luz procedente de la superficie de un objeto cósmico. En los espectros pueden entonces localizarse las “firmas” particulares de determinadas sustancias presentes.
Según los resultados, estos planetas, situados muy cerca de sus estrellas, son más secos y nubosos de lo que se predecía. Los teóricos creían que los Júpiteres Calientes poseían mucha agua en sus atmósferas, pero el Spitzer no la halló. HD 209458b, además, mostró signos de poseer silicatos (pequeños granos de arena) en su atmósfera, lo que sugiere que el agua podría estar presente pero oculta por nubes polvorientas de gran altitud, algo que no se ha visto en ningún planeta de nuestro sistema solar.
En el futuro, cuando los telescopios sean capaces de observar luz procedente de planetas mucho más pequeños y rocosos, como la Tierra, usarán esta técnica para averiguar si contienen sustancias relacionadas con la biología. (Foto: NASA)
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