
Dichas tormentas son difíciles de predecir, pero los científicos han encontrado una técnica útil para ello. Enjambres de electrones, protones e iones pesados son acelerados por las explosiones que se producen sobre el Sol, y éstos viajan rápidamente hacia la Tierra y el resto del sistema solar. Los habitantes de nuestro planeta están protegidos de su acción por la atmósfera y sobre todo el campo magnético, pero los vehículos espaciales y los astronautas necesitan ser advertidos con tiempo suficiente. Las partículas más peligrosas son los iones, pues pueden dañar los tejidos vivos y crear enfermedades de origen genético. Los científicos saben desde hace años que los electrones preceden a los iones, pero sólo ahora se ha logrado desarrollar una forma de análisis adecuada que permita utilizar este conocimiento.
Cada tormenta de radiación es una mezcla de electrones, protones e iones pesados. Los primeros, siendo más ligeros y rápidos, llegan con antelación. Por eso, midiendo la rapidez de formación e intensidad del pico de electrones, se puede predecir las características de la lluvia de iones posterior. Los heliofísicos logran esto con el instrumento COSTEP, instalado en el SOHO, un observatorio situado en uno de los puntos de Lagrange de la Tierra. El COSTEP cuenta partículas y mide sus energías. Los científicos, analizando cientos de tormentas de radiación registradas entre 1996 y 2002, han podido construir una matriz predictiva empírica, de tal manera que introduciendo los datos sobre los electrones, es posible obtener el resultado de la predicción de iones. El método fue posteriormente probado con los datos de 2003, y se demostró que tuvo éxito en su tarea predictiva, proporcionando tiempos de antelación de 7 a 74 minutos. (Foto: NASA)
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