Uno de los motivos por los cuales von Braun y su grupo de alemanes aceptaron entregarse a los estadounidenses y viajar hacia América fue el convencimiento de que allí sí les sería posible desarrollar las herramientas para colocar un satélite artificial en órbita terrestre. Después de trabajar en varios frentes, von Braun propuso el 25 de junio su llamado Proyecto Orbiter (Slug), basado en equipos disponibles. Esta propuesta, posteriormente mejorada, influirá en la decisión de Eisenhower de participar en el Año Geofísico Internacional con el lanzamiento del primer satélite, lo cual quedó confirmado el 15 de julio de 1955. Pero en contra de lo previsto, y alegando posibles interferencias en el programa militar, la tarea fue asignada al Naval Research Laboratory y su proyecto Vanguard. Cuando el 4 de octubre la URSS anunció que había logrado precisamente esta gesta, dejando en entredicho el prestigio de los EE.UU., von Braun ofreció de nuevo su programa Orbiter, con la promesa de lograr un lanzamiento orbital en tres meses. Tras un notorio fracaso del Vanguard, se dio luz verde a la iniciativa, y el 1 de febrero de 1958 también los Estados Unidos seguían a su rival en el camino hacia el espacio. El lanzamiento del Explorer-1 supuso el fin de las frustraciones experimentadas hasta entonces y el inicio de una verdadera carrera espacial.
El satélite, llamado Explorer-A, consistió en un verdadero vehículo "mínimo", limitado por la potencia de su ineficiente cohete lanzador, el Juno-I. Su bajo peso en vacío, menos de 5 kg para el instrumental, 14 kg en total, ya da una idea del escaso equipo almacenado a bordo. Con sus 0,152 m de diámetro y 2,03 m de largo, fue diseñado desde el primer instante con ideales científicos, principalmente la medición del medio ambiente espacial. El satélite propiamente dicho estaba compuesto por dos partes: el motor de la cuarta etapa del lanzador y la sección del instrumental. El primero era un cohete Sergeant más pequeño de lo habitual, preparado para proporcionar la aceleración definitiva que permitiría alcanzar la órbita. Poseía un anillo que posibilitaba la medición de la erosión producida por los micrometeoritos. Entre el motor y la carga útil estaban situadas varias antenas flexibles que se desplegarían por sí solas gracias a la rotación (que servía a su vez para estabilizar el satélite) y los pesos que llevaban en los extremos, así como medidores de temperatura. La sección del instrumental contenía más medidores internos de temperatura, un micrófono para la detección ultrasónica de meteoritos, un transmisor de alta potencia y otro de baja, así como un medidor de micrometeoritos y de rayos cósmicos, en esencia un contador Geiger para partículas cargadas. El vehículo estaba rematado por un cono aerodinámico fijo para facilitar el ascenso atmosférico. La limitada capacidad de las baterías sólo permitió transmitir datos en ocho canales hasta el 23 de mayo. Pero la información que contendrá la telemetría resultará esencial: los científicos, una vez analizados, descubrirán en los resultados indicios de la existencia de un cinturón de radiación situado más allá de los 1.000 km de altitud. De hecho, la radiación saturará a los instrumentos. El hallazgo debe agradecerse a la órbita tan elíptica que siguió el satélite, que superó los 2.500 km en su punto más álgido. Los responsables del proyecto, incluyendo a von Braun y a representantes del ABMA, el JPL y el US Army, así como los científicos participantes, celebraron el éxito frente a la prensa. El satélite reentró el 31 de marzo de 1970.
El segundo Explorer-A no tendría tanta suerte. Despegó el 5 de marzo de 1958, pero la cuarta etapa, a la que iba adosado el Explorer-2, no llegó a entrar en ignición por causas desconocidas. El vuelo, por tanto, fue sólo suborbital, con un apogeo de unos 320 km. El nuevo satélite era básicamente idéntico a su antecesor, aunque la carga útil sufrió algunas modificaciones, como la mejora del experimento sobre rayos cósmicos y, sobre todo, la adición de un sistema de grabación de datos, que debía permitir conservar la información cuando el vehículo no sobrevolase una estación de seguimiento.
El tercer y último Explorer-A, llamado Explorer-3, fue lanzado en otro Juno-I el 26 de marzo de 1958, esta vez con éxito. En esencia eran los vehículos de reserva de sus antecesores. La información obtenida por éste y por el Explorer-1 permitiría a James Van Allen anunciar el descubrimiento de los cinturones de radiación terrestres, partículas cargadas atrapadas por el campo magnético de la Tierra. El satélite funcionará hasta junio de 1958, momentos antes de la reentrada. (Fotos: NASA)
Explorer-1
Explorer