La Hora de la Verdad Para la Phoenix
Todo está preparado para el lanzamiento de la nueva sonda marciana de la NASA, la Phoenix. Un cohete Delta-II partirá si todo va bien el 4 de agosto en dirección al Planeta Rojo, llevando consigo a este vehículo cuyo objetivo es aterrizar en la superficie de nuestro vecino planetario. La ventana de lanzamiento dura unas tres semanas, durante las cuales las posiciones respectivas de la Tierra y Marte permiten un vuelo óptimo, pero la NASA quiere intentarlo lo antes posible, por si surgen problemas técnicos de última hora que obliguen a incurrir en retrasos. El despegue está programado para las 09:26:34 UTC, si bien existe una segunda oportunidad a las 10:02:59 UTC del mismo día. El cohete situará a su carga en ruta de escape unos 90 minutos después del lanzamiento. La llegada a su destino ocurrirá el 25 de mayo del próximo año, tras un recorrido de 679 millones de kilómetros.
La Phoenix, que utiliza un diseño modificado de una misión anterior (Mars Polar Lander), se posará cerca del polo norte marciano (latitud 68,35 grados Norte, longitud 233 grados Este), donde, a diferencia de los robots móviles que ahora se encuentran en el planeta, permanecerá en un lugar fijo para investigar con su brazo el suelo helado, extraer muestras y analizarlas. El objetivo es determinar si dicho suelo posee o tuvo condiciones aptas para el desarrollo de la vida. Esta zona, investigada por el orbitador Mars Odyssey, posee hielo de agua que los instrumentos analizarán para ver si se funde periódicamente y si supone un entorno habitable para posibles microbios marcianos.
La Phoenix es la primera misión del programa Mars Scout. Sus instrumentos están especialmente pensados para detectar agua en forma de hielo y analizarla. Si el hielo se ha fundido en el pasado, puede haber cambiado la química y la mineralogía del suelo. También se estudiará la interacción entre la atmósfera y la superficie. Una vez posado, el vehículo abrirá sus paneles solares y extenderá su brazo de más de 2 metros de largo. Con él excavará hasta la capa de hielo, que se supone se encuentra a unos pocos centímetros de profundidad. Las muestras serán fotografiadas, y también llevadas hasta dos instrumentos. Uno las calentará en busca de sustancias volátiles, como agua o sustancias basadas en el carbono, necesarias para la vida. El otro analizará la composición química del suelo. Además, se transporta una estación meteorológica, con un láser que buscará agua y polvo en ella. Durante la misión, que durará al menos tres meses, hará un seguimiento de las condiciones cambiantes. En la nave hay asimismo una cámara estereográfica para mostrar la zona de aterrizaje, una cámara que tomará alguna imagen de ésta durante el descenso, y dos microscopios.
A diferencia de sus predecesores, el Phoenix utiliza un sistema de aterrizaje ultra-ligero, lo que ha permitido aumentar la carga útil científica. Un escudo térmico frenará su llegada al planeta. Después extenderá un paracaídas supersónico que reducirá su velocidad hasta los 216 km/h. Por último, la sonda se separará del paracaídas y encenderá sus cohetes de frenado, que pulsarán según los datos de altimetría, permitiendo un aterrizaje sobre sus tres patas a una velocidad de unos 8,8 km/h.
Dirigido por el Jet Propulsion Laboratory, el programa ha tenido a Lockheed Martin como contratista principal. También hay contribuciones internacionales, procedentes de Canadá, Suiza, Dinamarca, Alemania y Finlandia. (Foto: JPL)