En 1970 Rusia envió a un robot llamado Lunokhod-1 a recorrer la superficie lunar. A bordo transportaba un reflector de fabricación francesa que ayudaría a los científicos a medir la distancia con respecto a la Luna de una forma muy precisa. Cuando el vehículo dejó de operar el 14 de septiembre de 1971, se perdió de vista la situación del reflector, utilizado para reflejar la luz de rayos láser enviados desde la Tierra. En la actualidad, los científicos usan los reflectores de las misiones Apolo-11, 14 y 15 para sus mediciones, y en ocasiones, el del Lunokhod-2. En cambio, el del Lunokhod-1 había permanecido perdido. Durante los últimos dos años, sin embargo, se ha intentado buscarlo con mayor ahínco. El láser debe ser enfocado con mucha precisión, ya que el reflector es relativamente pequeño, así que su posición debería ser conocida con gran exactitud. Gracias al lanzamiento del LRO, una sonda que gira alrededor de la Luna, se obtuvieron por fin imágenes del robot en la superficie, situado bastante lejos de donde habían estado buscando. Por fin, el 22 de abril, los pulsos de láser enviados desde el telescopio Apache Point Observatory, de 3,5 metros de diámetro, alcanzaron su objetivo, gracias a las coordenadas proporcionadas por el LRO. Los científicos midieron su distancia con una precisión de 1 cm. Posteriores mediciones permitieron triangular y fijar su posición con una exactitud de 10 metros. Pronto esa cifra descenderá hasta pocos centímetros. Además, la buena orientación del robot proporciona un rebote de la luz muy brillante. Con su información, combinada con la de los otros retrorreflectores, los científicos podrán estudiar el núcleo lunar y estimar la posición del centro del satélite. (Foto: NASA)