El observatorio que pretende revolucionar nuestra búsqueda de planetas extrasolares, incluyendo aquellos que se parecen a la Tierra, despegó a las 03:50 UTC del 7 de marzo, desde la rampa SLC-17B de Cabo Cañaveral, en Florida. Su cohete Delta 7925-10L (D339) situó a su carga en una órbita baja provisional, y luego en una ruta de escape que pasó junto a la Luna a las 04:20 UTC del 9 de marzo. Su objetivo final es una órbita alrededor del Sol, parecida a la de la Tierra pero algo más elíptica y libre de sus influencias térmicas. Desde allí, el Kepler, que no es sino un telescopio reflector con un espejo de aproximadamente 1 metro de diámetro, se dedicará a observar una pequeña porción del cielo, un campo estelar situado entre las estrellas Deneb y Vega, en la constelación del Cisne. Su extrema sensibilidad le permitirá detectar pequeñas variaciones en la luminosidad de las estrellas, gracias a un fotómetro, intentando discernir las que puedan atribuirse a planetas pasando por delante de ellas. Se calcula que mediante este método se pueden encontrar planetas rocosos del tamaño de la Tierra, y especialmente aquellos que estarían a distancias de sus soles compatibles con la existencia de agua líquida en sus superficies, lo que los haría candidatos a ser mundos aptos para la vida. A pesar de la pequeña zona elegida para ser observada, el Kepler tendrá a su disposición más de 100.000 estrellas. Dicha labor se iniciará en unos 60 días, una vez terminadas todas las tareas de comprobación y calibración de los instrumentos, que incluyen la separación de una cubierta para proteger el telescopio contra el polvo. La NASA, propietaria de vehículo, cree que la misión descubrirá principalmente planetas grandes, como Júpiter, y demasiado cercanos a sus estrellas, pero éstos también serán interesantes, ya que los instrumentos podrán examinar sus atmósferas. También se descubrirán planetas gaseosos más pequeños como Neptuno, y finalmente, aquellos que son el verdadero objetivo de la misión: planetas rocosos de tipo terrestre. Estos últimos podrían empezar a ser descubiertos dentro de unos tres años, tras una larga serie de comprobaciones y confirmaciones, en las que intervendrán telescopios terrestres. En función del número encontrado, podrán hacerse estimaciones sobre la cantidad de planetas de esta clase en la Galaxia, así como de los que podrían ser habitables. El Kepler pertenece al programa Discovery, dirigido por el Jet Propulsion Laboratory. Ha sido construido por la empresa Ball Aerospace. (Foto: NASA)