El lanzamiento orbital número 16 del año (foto derecha, NASA) se resistía a ser llevado a cabo. Después de múltiples aplazamientos y retrasos debido a incidencias técnicas, logísticas y meteorológicas, la NASA ha conseguido por fin colocar en el espacio a dos importantes satélites científicos: el CloudSat y el CALIPSO. A la séptima oportunidad, un cohete Delta-7420-10C (314) partió con ellos el viernes 28 de abril, a las 10:02 UTC, desde la base aérea de Vandenberg.
Fue un despegue complejo debido a la naturaleza dual de la misión. Tras alcanzar una primera órbita elíptica provisional, la segunda etapa del cohete se reencendió una hora después del lanzamiento para convertir a ésta en circular. Dos minutos después (11:04 UTC), la primera carga útil, el satélite CALIPSO, era soltada con total normalidad. Unos minutos más tarde, se abrió el compartimiento (DPAF) que había albergado a la carga inferior, el CloudSat, y poco después, a las 11:39 UTC, este último seguía los pasos de su compañero de vuelo, alcanzando su órbita independiente.
El CALIPSO (foto izquierda, NASA) es una misión conjunta en la que han intervenido la NASA y el CNES francés. Su principal objetivo será estudiar los aerosoles, partículas atmosféricas de pequeño tamaño que pueden afectar al clima y a la meteorología. Con un coste de 298 millones de dólares, el proyecto supuso la construcción de un vehículo basado en la plataforma francesa Proteus, proporcionada por la empresa Alcatel Alenia Space. Con sus 587 kg de peso y sus tres instrumentos principales (un radar láser o lidar, una cámara de ancho campo y un radiómetro infrarrojo), observará la atmósfera desde su órbita heliosincrónica.
Por su parte, el CloudSat (foto derecha, NASA/JPL) es también una colaboración, en este caso de la NASA, la USAF y la agencia canadiense CSA. La empresa Ball Aerospace ha construido el satélite sobre una plataforma RS2000, para una misión de 217 millones de dólares que tratará de investigar las nubes y la precipitación que producen. El vehículo, de 848 kg de peso, está dotado de un radar (Cloud-Profiling Radar) mil veces más sensible que los radares meteorológicos al uso, que permitirá distinguir entre la lluvia y las partículas de las nubes.
El CloudSat y el CALIPSO trabajarán en órbitas idénticas, y formarán parte de una constelación de satélites avanzados, como los Aqua, Aura y PARASOL. La comparación de los resultados de todos estos ingenios ayuda a los científicos a llegar a conclusiones más profundas sobre los mecanismos que gobiernan el clima terrestre.
Los controladores en tierra ya han detectado las señales de ambos satélites, y están procediendo al chequeo de sus sistemas e instrumentos, proceso que durará unas seis semanas, tras lo cual ambos maniobrarán hacia sus órbitas definitivas.
Video del Lanzamiento
CloudSat
CALIPSO