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martes, 8 de mayo de 2007

La Supernova Más Brillante

El telescopio espacial Chandra, sensible a los rayos-X, ha cooperado en la observación de la supernova más brillante registrada jamás. Tanto el Chandra como algunos telescopios terrestres podrían haber descubierto un nuevo tipo de supernova, una con una potencia unas 100 veces superior a las normales. Los cálculos de los astrónomos sugieren que la estrella que estalló debía ser tan grande como las mayores conocidas, con una masa unas 150 veces la de nuestro Sol. El suceso es interesante porque se cree que la primera generación de estrellas que se formó en el Universo eran tan masivas como ésta, de modo que su estudio nos permite averiguar cosas sobre cómo morían estos cuerpos estelares primigenios. Lo más sorprendente, sin embargo, es encontrar una estrella tan grande en la actualidad, y además ser testigos de su explosión. Conocida como SN 2006gy, esta supernova ha demostrado que su muerte difiere de las predicciones teóricas, lo que implicará una revisión de las ideas que tenemos de este fenómeno. Según las observaciones, expulsó una gran cantidad de masa antes de explotar, en un proceso similar al constatado en una estrella gigante famosa llamada Eta Carinae, situada en nuestra Galaxia. Ello hace sospechar que Eta Carinae podría estar preparándose para estallar como una supernova de este tipo. Mientras, los astrónomos siguen analizando los resultados de la SN 2006gy. Aunque es la supernova intrínsecamente más brillante observada hasta la fecha, se encuentra a 240 millones de años-luz de distancia, en la galaxia NGC 1260, de modo que Eta Carinae, que está a sólo 7.500 años-luz, sería inmensamente más espectacular. Otra cuestión primordial es que si una estrella tan masiva como SN 2006gy muere como una supernova, dejando una estrella de neutrones en su núcleo y expulsando el resto de su materia hacia el espacio, las estrellas masivas primigenias debieron sufrir la misma suerte con mayor frecuencia de lo esperado. Hasta ahora se creía que esas estrellas finalizaban sus días formando un agujero negro, limitando la “siembra” con materiales pesados del espacio circundante. (Foto: NASA/CXC/M.Weiss; NASA/CXC/UC Berkeley/N.Smith et al.; Lick/UC Berkeley/J.Bloom & C.Hansen)


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